La tensión entre Estados Unidos y China impacta en el comercio internacional de soja, mientras el agro argentino enfrenta una combinación de buenas perspectivas productivas y cautela en las ventas.

Argentina se encamina hacia una campaña agrícola con resultados productivos históricos, pero la comercialización se desacelera frente a un escenario internacional de alta tensión. Según el profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, Dante Romano, la incertidumbre que genera la guerra comercial entre Estados Unidos y China “reconfigura el mapa de los flujos globales de granos y condiciona las decisiones de los productores locales”.
En el frente interno, la siembra de maíz avanza a ritmo récord, con un 25,6% de progreso -el segundo mayor en diez años- gracias a la buena disponibilidad de humedad. Las estimaciones productivas se mantienen elevadas: la Bolsa de Comercio de Rosario prevé 61 millones de toneladas, mientras que la Bolsa de Cereales de Buenos Aires proyecta 58 millones.
No obstante, las ventas externas avanzan con lentitud: “Los productores comercializaron menos de 200.000 toneladas en la semana y solo la mitad de la cosecha tiene precio, muy por debajo del promedio histórico del 63%”, explicó Romano.
El trigo también muestra un panorama productivo excepcional. Con una proyección de 23 millones de toneladas, la Argentina igualaría su récord histórico. Sin embargo, las ventas a futuro continúan retrasadas: apenas el 7% de la cosecha 2025/26 fue comprometida, contra un promedio del 22%. “El productor espera mejores precios, pero la cercanía de la cosecha y las necesidades logísticas podrían forzar ventas rápidas”, analizó el especialista.

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A pesar de las excelentes condiciones de cultivo (88% del área en estado bueno o excelente), se reporta un aumento de plagas y enfermedades por el exceso de humedad.
En el caso de la soja, las ventas acumuladas ya alcanzan el 65% de la producción, 12 puntos por encima del promedio histórico, aunque el ritmo se desacelera. Los valores locales superan la capacidad de pago con retenciones del 26,5%, impulsados por una fuerte demanda exportadora: en septiembre, los embarques fueron récord, y la cola de buques duplica el nivel habitual. “La suspensión de la huelga aceitero mediante la conciliación obligatoria trajo algo de alivio operativo, pero el conflicto persiste”, advirtió Romano.
Un mercado internacional en tensión
A nivel global, la guerra comercial entre Estados Unidos y China volvió a escalar. El endurecimiento de las regulaciones chinas sobre tierras raras y las multas cruzadas a buques de carga reducen las posibilidades de reanudar el comercio de soja entre ambos países, justo cuando la cosecha norteamericana entra en su punto máximo de presión. “El descontento de los productores estadounidenses es alto, y aunque se anunció un paquete de ayuda de hasta 15 mil millones de dólares, aún no se implementó”, detalló Romano.
El cierre del gobierno estadounidense paralizó la publicación de reportes clave de oferta, demanda y posición de fondos, pero analistas estiman rindes de maíz y soja inferiores a lo previsto. Brasil, mientras tanto, capitaliza los espacios dejados por EE.UU., aumentando sus exportaciones de carne y el consumo interno de maíz y etanol, lo que podría moderar la presión de cosecha de la safrinha y beneficiar al maíz argentino tardío.
En el mercado de trigo, las exportaciones rusas se aceleran, y tanto Argentina como Australia proyectan cosechas muy altas. “La abundancia global mantiene los precios contenidos, y ya se anticipa una posible reducción del área de trigo en Rusia por la competencia con otras oleaginosas”, señaló Romano.
Por último, el mercado de aceites vegetales se mantiene firme pese a los excedentes de producción, impulsado por los planes de Indonesia de aumentar en 2026 la mezcla de biodiésel de 40% a 50%, lo que implicaría un incremento del 33% en el consumo de aceite de palma.