| El Gobierno redujo los derechos de exportación para soja, maíz y trigo, pero el impacto en precios fue prácticamente nulo. Según Dante Romano, del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, la medida llega en un contexto de mercados internacionales saturados de oferta, presión de cosecha local y márgenes que siguen ajustados, especialmente en trigo y maíz. |
| La reciente baja en los derechos de exportación anunciada por el Gobierno argentino generó expectativas en el sector agroindustrial, pero hasta el momento no se tradujo en mejoras visibles en los precios del mercado disponible ni de la cosecha nueva. La reducción fue de 2 puntos porcentuales para soja y trigo, y de 1 punto para maíz, una magnitud que, según los analistas, resulta insuficiente para modificar el escenario comercial actual. “La baja de retenciones fue esperada por el mercado, pero su impacto quedó diluido frente a otros factores mucho más pesados, como la presión de cosecha, la abundancia de oferta global y los márgenes ajustados de la industria”, explicó Dante Romano, profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral. Las nuevas alícuotas quedaron fijadas en 24% para soja, 22,5% para subproductos, 7,5% para trigo y cebada y 8,5% para maíz y sorgo. En términos comparativos, la reducción resulta menor a la aplicada en enero de 2025, cuando el recorte había alcanzado el 20% de la alícuota vigente. En este marco, persiste la incógnita sobre si se trata del último ajuste de la campaña o si podrían verse nuevas rebajas en caso de consolidarse el frente fiscal. Soja: mejora teórica, pero sin traslado pleno a precios En el caso de la soja, la baja de retenciones implicó una reducción impositiva teórica de entre 8 y 9 dólares por tonelada, aunque el traslado a precios fue limitado. “Hoy vemos valores locales elevados respecto de la capacidad teórica de pago, incluso considerando la baja de retenciones y las tasas más bajas. Parte de esa mejora se está usando para recomponer márgenes industriales, no para pagar más por la mercadería”, señaló Romano. A nivel internacional, el mercado ya mostró una fuerte reacción previa ante las compras chinas a Estados Unidos. Los fondos especulativos pasaron de estar netamente vendidos a posiciones compradas récord, lo que explica la suba previa de Chicago. Sin embargo, ahora predomina una toma de ganancias, mientras el foco comienza a correrse hacia Sudamérica. En Argentina, la siembra avanza sobre el 58,6% del área proyectada, con muy buenas condiciones hídricas, mientras que la comercialización de la campaña vieja ya alcanza el 75% de la producción, muy por encima del promedio histórico. Este adelanto en ventas y el fuerte ritmo de molienda mantienen el mercado firme, aun sin un estímulo claro de precios. Maíz: un recorte que apenas mueve la aguja Para el maíz, la reducción de un punto en los derechos de exportación se traduce en apenas 2 dólares por tonelada de mejora en la capacidad de pago, un ajuste mínimo frente a la volatilidad del mercado. “En maíz estamos hablando de sintonía fina. Dos dólares por tonelada no cambian decisiones comerciales, sobre todo en un mercado con oferta global abundante y una producción argentina que podría acercarse a las 60 millones de toneladas”, explicó Romano. La siembra local ya cubre cerca del 60% del área, con cultivos en muy buen estado. Sin embargo, las ventas de la campaña nueva siguen retrasadas, lo que podría generar presión vendedora en cosecha por cuestiones financieras y logísticas. Trigo: mucha oferta y problemas de calidad El panorama más complejo es el del trigo. A nivel global, el USDA sigue sumando oferta y stocks, mientras que Argentina y Australia enfrentan cosechas muy grandes, lo que mantiene los precios bajo presión. “El trigo es claramente el mercado más pesado. Argentina tiene que colocar una cosecha históricamente grande, en un contexto de exceso de oferta mundial y con un porcentaje importante de trigo de baja proteína”, advirtió Romano. La cosecha local ya supera el 60% del área, con rindes elevados, pero con serios desafíos de calidad. Esto se traduce en precios FOB muy bajos y fuertes descuentos comerciales, aun cuando el alto rendimiento amortigua parte del impacto para el productor. “La baja de retenciones va en la dirección correcta, pero el mercado está pidiendo señales más profundas y sostenidas. Hoy los precios los siguen definiendo la oferta global, la calidad de la mercadería y la presión de cosecha, más que los cambios impositivos marginales”, concluyó Romano. |