En julio de 2024, el Departamento de Pesca de las Islas Malvinas (FIFD, por sus siglas en inglés) realizó un estudio científico previo a la temporada de pesca de Calamar Loligo, en estrecha colaboración con las empresas pesqueras locales.
Los resultados mostraron la segunda estimación de biomasa previa a la temporada más baja desde 2008, por debajo del umbral seguro de reposición de existencias del Departamento de Pesca fijado en 10 000 toneladas.
Tras la consulta del FIFD con la industria pesquera, se acordó adoptar un enfoque precautorio y retrasar el inicio de la temporada de pesca, activando posteriormente un nuevo estudio a principios del mes de agosto.
Los hallazgos revelaron que la estimación de biomasa promedio ahora estaba muy por debajo del umbral seguro de 10 000 toneladas, explica desde Malvinas.
De este modo, el FIFD tomó la decisión de no abrir la segunda temporada de Loligo. «Esta decisión se tomó como una medida de conservación: permitir que se siga pescando cuando la biomasa se encuentra en un nivel sin precedentes plantearía un grave riesgo de daño a largo plazo para la población de Loligo, lo que a su vez podría afectar negativamente a la industria durante muchos años en el futuro«, explican.
Señalaron que la medida de cierre anticipado de la pesquería, determinada a en los últimos días de septiembre «tendrá un impacto significativo en el sector pesquero, financiero y operativo, en los próximos meses y posiblemente años».
«No tiene precedentes en la pesquería de Loligo que los barcos se movilicen para la temporada y luego la pesquería no siga adelante», lamenta la presidenta de la Asociación de empresas pesqueras de las Islas Malvinas, Cheryl Roberts.
La funcionaria asegura que “Esta es una situación desafiante luego del cierre anticipado de la segunda temporada en 2023. Los altos precios del combustible, los elevados niveles de inflación en la cadena de suministro global que no se habían experimentado en décadas y las altas tasas de interés de los préstamos se suman a un entorno ya desafiante, particularmente en un momento en el que alrededor del 20 % de la flota de Loligo se está renovando actualmente o está a punto de renovarse».
Cheryl Roberts asegura que «no tiene precedentes en la pesquería de Loligo que los barcos se movilicen para la temporada y luego la pesquería no siga adelante. Seguimos comprometidos a trabajar en colaboración con el sector pesquero en el asunto y buscar el mejor resultado posible para la pesquería«.
Y UN DIA IBA A PASAR, AGOTARON LAS AGUAS DE MALVINAS Y AHORA…?
Fué la frase con la que respondió a nuestra consulta el dirigente naval Walter Castro ante el segundo año de cierre de la pesquería de calamar en aguas de Malvinas.
Para Castro esto no es algo no esperado «Así agotaron los recursos de las costas de «SAHARAURIS», MARRUECOS, CANADÁ (fletán), GRAN SOL y operan fuerte en las costas de ÁFRICA«. Para el dirigente «el denominador común de esta operación es sin dudas el generoso océano Atlántico, océano que ya debería tratar su problematica, como un corredor y reveer las cuotas asignadas a multinacionales, transnacionales y fondos de inversión«.
La dimensión del daño es fácil de comprobar, por ello Castro propone un ejercicio simple «sólo vean cuanta cuota entrega Europa, África, y Canadá, y luego comparen con la desbordante generosidad Argentina».
LA FLOTA DE MALVINAS CAMBIA EL CALAMAR POR MERLUZA
«Los barcos congeladores con base en Vigo se mantienen operando en el entorno de las islas en busca de otras capturas tras el cierre del caladero«, informaron desde atlático.net.
La flota de Malvinas sigue en el Atlántico Sur desde agosto, aunque la mayoría de los 17 buques de empresas mixtas viguesas y de malvinense han decidido abandonar las aguas de las islas y buscar en las inmediaciones otras especies interesantes.
Y no va a ser fácil: el área situada fuera del caladero, mar internacional, se encuentra “invadido” por pesqueros de todo el mundo, en especial de Extremo Oriente. Pero no hay otra posibilidad, al haberse cerrado la pesca del calamar loligo tras confirmarse que de nuevo, como el año pasado en estas fechas, no hay producto suficiente para autorizar capturas.
De hecho, es peor que en 2023: en la primera temporada los buques con base en Vigo sumaron unas 45.000 toneladas. Y en la segunda, unas 15.000, hasta que los biólogos señalaron que no se podía continuar por la escasez del cefalópodo.
Este año, de nuevo una buena primera campaña -más de 50.000 toneladas- pero la segunda no llegó siquiera a iniciarse. “Ni siquiera hubo campaña, esta es la realidad, pero nuestros barcos siguen allí en busca de otras especies para evitar un descalabro económico total”, señalaba de forma descriptiva Javier Touza, presidente de la cooperativa de armadores del puerto de Vigo.
Él mismo, a través de la empresa Chymar SA, tiene en la zona dos buques operando. “Queda claro que este año no vamos a cumplir objetivos, tratamos de reducir los daños, y una opción es la pesca de la merluza, aunque las capturas estarán por debajo”, señaló.
Con relación al pago obligatorio del canon al gobierno de Malvinas, Javier Touza no quiso referirse a este asunto, y señala que está todavía en estudio, aunque reconoce que no va a ser fácil conseguir que desde las islas renuncien a unos ingresos que son claves para mantener la economía de las islas reclamadas por Argentina.