La Hidrovía y el narcotráfico, sobreactuación y desconocimiento

La reciente nota publicada en el diario La Nación, titulada “La ruta fluvial por la que navegan toneladas de cocaína hacia Europa y el prófugo de las mil caras”, a mi entender sobreactúa problema.

Claro que hay casos de narcotráfico en el Paraná pero reproducir un comentario absolutamente irresponsable de un fiscal paraguayo que pone a un narcotraficante prófugo como una especie de “gerente de la Hidrovía Paraguay Paraná” me parece por lo menos imprudente del columnista, y también del multimedio. Sin mencionar que la cocaína aludida no fue descubierta en la Argentina, sino en en los puertos de Villeta -en Paraguay-, de Rotterdam -en Holanda- y de Amberes -en Bélgica-.

Son temas muy serios para escribir notas con comentarios a la ligera, además pone, gratuitamente en tela de juicio una empresa portuaria argentina como PTP Group y a su Directivo Guillermo Misiano, citando una de las tantas denuncias de Elisa Carió, sin ton ni son que no tienen sustento alguno, enredando personas que seguramente tendrán responsabilidad penal, con otras sin mayores pruebas.

Quienes conocemos el ecosistema logístico del Paraná, sus puertos y la marina mercante que por allí navega, conocemos y hemos presentado informes sobre esta problemática. Las soluciones son complejas por la complejidad del río en sus 1.750 kmts (tramo argentino) y aguas compartidas.

Los convoyes de barcazas, en su tránsito aguas abajo generalmente suelen detenerse en amarraderos fluviales adaptados para ese tipo de embarcaciones, habilitados por la autoridad portuaria nacional, bajo control y supervisión de la Prefectura Naval Argentina, que a veces por la extensión del territorio que debe cuidar le es complicado permanecer en todos y son muchos (32 habilitados a lo largo del río, según la Cámara Argentina de Amarraderos de Barcazas).

Dichos convoyes con su remolcador de empuje incluido, suelen detenerse a realizar alguna reparación de emergencia por desperfectos o desacople de barcazas para cumplir reglamentación en cuanto a esloras máximas de navegación permitidas.

Hay que decir que los amarraderos fluviales están más expuestos a sufrir el ingenio narco que los puertos comerciales que cuentan con la permanente vigilancia de Prefectura y agencias privadas de seguridad, que tampoco garantizan un 100% de impermeabilidad, pero lo más grave es cuando los mencionados convoyes se amarran en arboles al costado de la vía navegable, absolutamente descampados sin control alguno y a veces con caminos vecinales cercanos.

Siempre he creído que toda crítica debe ir acompañada de una propuesta; por ello basado en experiencia de gestión y conocimiento del litoral fluviomarítimo nacional, sumado a los recientes allanamientos y hallazgos de más de una tonelada y media de cocaína en una operación conjunta de la PROCUNAR, Policía, Prefectura y Gendarmería, me atrevo a sugerir la creación de una fuerza federal, similar a la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) con jurisdicción en todos los puertos e instalaciones portuarias conexas como los mencionados amarraderos fluviales de nuestro país (tierra y adyacencias).

De esta manera la Prefectura Naval podría dedicarse a la seguridad de la navegación y patrullaje en el agua, acciones que sin duda disminuirían considerablemente este delito.

Por: Juan Carlos Donato – ex Coordinador de Puertos de la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables – Diplomado en Administración Portuaria y Vías Navegables de la Universidad del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA)