Las intensas lluvias que azotaron el norte bonaerense encendieron todas las alarmas en el sector agropecuario.

Con más de 400 milímetros acumulados en apenas dos días, la situación en distritos clave como Salto, Carmen de Areco, Chacabuco y Junín es crítica: caminos anegados, cosechas bajo el agua y pérdidas millonarias que podrían afectar las reservas del Banco Central.

El temporal dejó bajo el agua a los campos más fértiles del corredor de la Ruta 9, justo en plena cosecha de soja y maíz. Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, todavía quedaban más de 500 mil hectáreas de soja y unas 120 mil de maíz sin levantar en la región más afectada. “La mayoría de esos granos podrían perderse por las inundaciones”, alertaron desde la entidad.

Además, está en riesgo el grano almacenado en silo bolsas. La humedad podría echarlo a perder si no se logra ingresar a tiempo a los campos, hoy completamente intransitables. En ese contexto, las perspectivas para el ingreso de divisas se vuelven cada vez más inciertas.

Desde la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP) reiteraron «la urgente necesidad de inversión en infraestructura rural«. La organización advirtió que «el estado de los caminos no solo afecta la producción agropecuaria, sino también la seguridad y el bienestar de nuestras comunidades».

Responsabilizan al gobierno nacional por la parálisis de las obras

Los reclamos apuntan de lleno a la falta de obras públicas que permitan un escurrimiento eficiente del agua. Desde Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), liderada por Carlos Castagnani, manifestaron en redes sociales su «profundo pesar» por la situación y anunciaron que la entidad ya se encuentra articulando gestiones ante los organismos competentes.

Soledad Aramendi, presidenta de la Sociedad Rural de Rosario, sostuvo que “hay lotes que deberán esperar entre dos y tres años para volver a estar en condiciones para su cultivo”. La dirigente fue categórica: “Necesitamos obras de infraestructura para prevenir los excesos climáticos. Buen escurrimiento y reservas en tiempos de abundante agua para afrontar los momentos de sequía”.

En tanto, Andrea Passerini, productora de Carlos Casares, explicó que la región “se quedó sin capacidad de absorción” tras meses de lluvias continuas. “En febrero llovió 300 milímetros, otros 100 milímetros en marzo y este viernes cayó una barbaridad de agua”, detalló. Según Passerini, gran parte del problema se debe a que nunca se completó el Plan Maestro Cuenca del Salado: “Hoy falta terminar solo 30 kilómetros de canal para evitar este problema mayor”.

Milei sostiene el impuesto pero no las obras

Uno de los datos que más irrita a los productores es que, pese a haber amagado con eliminarlo, el gobierno nacional mantuvo el Fondo Fiduciario de Infraestructura Hídrica, que se financia con un impuesto del 5% sobre la nafta y del 9% sobre el GNC. Sin embargo, las obras siguen paralizadas.

El mundo funciona con infraestructura. Las civilizaciones más antiguas funcionaron con infraestructura para afrontar estas situaciones extremas”, remarcó Aramendi, en un tiro por elevación al gobierno de Javier Milei, que decidió recortar la obra pública a cero y suprimió cualquier tipo de asistencia nacional al agro en esta emergencia.

Desde la Sociedad Rural Argentina, conducida por Nicolás Pino, también expresaron su solidaridad con los productores que están atravesando “eventos climáticos severos”. Pero las muestras de apoyo no alcanzan. El reclamo central es claro: el campo pide inversión urgente y planificación seria para evitar que el desastre se repita.

Las inundaciones afectan la cosecha récord

Lo que debía ser una campaña récord para el agro, tras años de sequía, hoy pende de un hilo. Las lluvias no solo arrasaron cultivos, sino que frenaron en seco la cosecha de segunda —soja y maíz— y complican el inicio de la campaña triguera.

“Esto atrasa todo”, reconoció Aramendi, y advirtió que el daño ya es mucho más que económico: hay familias evacuadas, zonas incomunicadas y caminos rurales completamente destruidos.

El norte bonaerense se convierte así en la postal más cruda del abandono del Estado nacional al interior productivo. Y mientras el gobierno espera ansioso los dólares de la cosecha para sostener las reservas, en el campo reina la incertidumbre. Porque sin infraestructura, no hay campaña que aguante.

Por Pamela Orellana para Grupo Provincia

N.R.: Las preguntas serían ¿Cuánta «responsabilidad» le cabe al sector que hoy se queja por la falta de infraestructura rural?, ¿No hay responsabilidad entre los que por sembrar una hectárea, más de soja «deforestaron» el país?, ¿No son los mismo que apoyaron y aplaudieron la «motosierra» del presidente Milei en todos los eventos llevados a cabo en la Sociedad Rural?, ¿No están, entre este sector «quejoso», los que impulsaron el «ajuste» en la obra pública?. Estas preguntas necesitan respuestas que seguramente nunca llegarán desde los que hoy se quejan o gobiernan.