La FAO apuesta por una transformación azul para hacer frente al hambre en el mundo. 811 millones de personas padecen hambre y 3 000 millones no pueden permitirse una dieta saludable.
“A pesar de los importantes progresos, el mundo no está en vías de acabar con el hambre y la malnutrición en todas sus formas para 2030”. Con estas palabras de Qu Dongyu, director general de la FAO se inicia el prólogo del Informe “El estado mundial de la pesca y la acuicultura 2022. Hacia la transformación azul”, conocido como SOFIA y publicado cada dos años por la FAO. Como su título indica, en esta ocasión el foco está puesto en la economía azul para hacer frente a las cifras negras: “actualmente, 811 millones de personas padecen hambre y 3 000 millones no pueden permitirse una dieta saludable”, recuerda Qu Dongyu.
Con esta transformación azul, la FAO quiere garantizar la seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y garantizar dietas saludables asequibles para una población cada vez mayor, protegiendo al mismo tiempo los medios de vida y nuestros recursos naturales. Y, al mismo tiempo, hacer frente a los factores que limitan esta disponibilidad de alimentos: la degradación de los ecosistemas, una crisis climática cada vez más intensa y un incremento de la pérdida de biodiversidad están amenazando empleos, economías, el medio ambiente y la seguridad alimentaria en todo el mundo, todo ello agravado por las repercusiones de la pandemia de la COVID-19, crisis y otras emergencias humanitarias.
“La reducción de la producción de la pesca de captura obedeció principalmente a la pandemia de la COVID-19, que perturbó gravemente las actividades pesqueras, el acceso a los mercados y las ventas, y a la reducción de las capturas de China y la caída de las capturas de anchoveta, que fluctúan de forma natural”, explica la FAO
“El crecimiento de la pesca y la acuicultura es vital para nuestros esfuerzos por acabar con el hambre y la malnutrición mundiales, pero se necesita una mayor transformación en el sector a fin de abordar los desafíos”, afirma Qu Dongyu. “Debemos transformar los sistemas agroalimentarios para asegurarnos de que los alimentos acuáticos se capturen de forma sostenible y también de que se salvaguarden los medios de vida y se protejan los hábitats acuáticos y la biodiversidad’’.
MÁXIMO DE PRODUCCIÓN HISTÓRICO
Para avanzar en estos aspectos, el informe recoge, como es habitual, el punto de partida y, en esta ocasión, los datos se refieren al año 2020, año de la pandemia la producción de productos pesqueros alcanzó un máximo histórico de 214 millones de toneladas –178 millones de toneladas de animales acuáticos, con un aumento del 30 % sobre la media de la década 2000, y 36 millones de toneladas de algas–. Se prevé que la producción total de animales acuáticos será de 202 millones de toneladas en 2030, principalmente debido al continuo crecimiento de la acuicultura, que, según las previsiones, alcanzará los 100 millones de toneladas por primera vez en 2027 y 106 millones de toneladas en 2030, estima la FAO.
El 17 % de la proteína de origen animal consumido en 2019 procedía de productos pesqueros; un porcentaje que se incrementó al 23 % en los países de ingresos medianos bajos; y a más del 50 % en partes de Asia y África
Por sectores: la pesca extractiva totalizó 90,3 millones de toneladas –78,8 y 11,5 millones de toneladas de origen marino y de agua dulce, respectivamente–; y la acuicultura, 87,5 millones de toneladas, un nuevo record, apunta la FAO, con un aumento del 6 % sobre 2018 mientras la pesca extractiva experimentó una reducción el 4 % con relación a la medida de los tres años anteriores. “La reducción de la producción de la pesca de captura obedeció principalmente a la pandemia de la COVID-19, que perturbó gravemente las actividades pesqueras, el acceso a los mercados y las ventas, y a la reducción de las capturas de China y la caída de las capturas de anchoveta, que fluctúan de forma natural”, explica la FAO.
En valor, en 2020 se han superado los 406 000 millones de dólares en primera venta y el comercio internacional de productos pesqueros superó los 151 000 millones de dólares.
El destino de la producción a consumo humano también aumentó con más de 157 millones de toneladas de productos pesqueros, esto es, el 89 % de la producción de animales acuáticos, se utilizaron para el consumo humano directo, “un volumen ligeramente más alto que en 2018, a pesar de las repercusiones de la pandemia de la enfermedad por coronavirus”, matiza la FAO. Así, el 17 % de la proteína de origen animal consumido en 2019 procedía de productos pesqueros; un porcentaje que se incrementó al 23 % en los países de ingresos medianos bajos; y a más del 50 % en partes de Asia y África.
TRANSFORMACIÓN AZUL
¿Cómo avanzar hacia esa transformación azul que propone la FAO? Además de hacer frente a los aspectos anteriormente mencionados y que lastran la posibilidad de incrementar la producción, la FAO considera que esta transformación azul se ha de centrar en la expansión y la intensificación sostenibles de la acuicultura, la ordenación eficaz de todas las pesquerías, y la mejora de las cadenas de valor.
“La transformación azul es un proceso basado en resultados mediante el cual los miembros y asociados de la FAO pueden aumentar al máximo la contribución de los sistemas alimentarios acuáticos para mejorar la seguridad alimentaria, la nutrición y las dietas saludables asequibles, permaneciendo dentro de los límites ecológicos”, afirma el Manuel Barange, director de la División de Pesca y Acuicultura de la FAO.
En este sentido, el informe recoge que actuar en esos tres frentes requiere «enfoques exhaustivos y adaptativos que tengan en cuenta la compleja interacción en el seno de los sistemas agroalimentarios y respalden las intervenciones de múltiples partes interesadas empleando conocimientos, instrumentos y prácticas existentes y nuevos para garantizar y ampliar al máximo la contribución de los sistemas alimentarios acuáticos a la seguridad alimentaria y la nutrición mundiales».
En el informe SOFIA, la FAO recoge también un análisis del estado de las poblaciones en el que constata que “las poblaciones más abundantes se gestionan de manera más eficaz”.
En este sentido, el informe indica que en 2019, las poblaciones biológicamente sostenibles representaron el 82,5 % de los desembarques de productos acuáticos, un aumento del 3,8 % en comparación con 2017. Por ejemplo, de media, el 66,7 % de las poblaciones de las 10 especies más desembarcadas en 2019 se pescaron dentro de niveles biológicamente sostenibles en 2019, un porcentaje ligeramente más elevado que el registrado en 2017.
Y, ¿en qué se traduce esta mejora? Según la FAO “la recuperación de las poblaciones afectadas por la pesca excesiva podría incrementar la producción de la pesca de captura marina en 16,5 millones de toneladas y, por tanto, contribuir, a la seguridad alimentaria, la nutrición, las economías y el bienestar de las comunidades costeras”.
Sin embargo, aun hay un camino por el que avanzar que se enfoca en “la urgente necesidad de reproducir y readaptar políticas y reglamentos eficaces en ámbitos pesqueros que no están ordenados de manera sostenible, así como de aplicar mecanismos innovadores y basados en los ecosistemas que fomenten la utilización y conservación sostenibles en todo el mundo”. Sobre todo en las regiones con una ordenación pesquera menos avanzada que son las que presentan tasas de captura mucho mayores y una menor abundancia
Con relación a la pesca continental, en 2016, la FAO comenzó a elaborar un mapa de amenazas a la pesca continental a nivel mundial con el fin de proporcionar una referencia métrica para rastrear los cambios en las principales cuencas y mejorar la pesca continental. Los resultados preliminares indican que, en las principales cuencas, el 55 % de la pesca continental se encuentra bajo una presión moderada y el 17 %, bajo una presión elevada.
Fuente: Industrias Pesqueras