El astillero Nacional es el escenario principal de algunas iniciativas, hoy marcadas por la incertidumbre, falta de presupuesto y demoras.

Los casos de la fallida conversión de la corbeta ARA Parker en patrullero oceánico —cancelada al inicio de la actual gestión del Ministerio de Defensa y la Armada—, la construcción de una nueva serie de remolcadores y la postergada incorporación del buque hidrográfico ARA Petrel, exponen el dilema estructural de una fuerza que busca sostener su presencia en el mar en un contexto presupuestario restringido.
A finales de 2021, la corbeta MEKO 140 ARA Parker fue trasladada a las instalaciones de Tandanor con el objetivo de reconvertirla en un patrullero oceánico. Este plan contemplaba la modernización de interiores, la remoción de equipos, la incorporación de un radar desarrollado por INVAP y la instalación de sensores optrónicos en colaboración con CITEDEF. La propuesta se apoyaba en antecedentes internacionales, donde buques de combate obsoletos fueron transformados para tareas de patrullado y vigilancia. Los trabajos iniciales llegaron a realizarse, pero a principios de 2024 la conducción entrante de la Armada decidió cancelarla.
Esta situación debe leerse en un contexto de contracción de la Flota de Mar. En los últimos años, la Armada dio de baja al destructor ARA Heroína y relegó a las corbetas A-69 a funciones de patrullado hasta su reemplazo por las OPV de origen francés.

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Además de la ARA Parker, Tandanor enfrenta retrasos en otros proyectos claves. En 2021, se adjudicó la construcción de doce remolcadores (siete de 40 toneladas y cinco de 10 toneladas de tiro a la bita). Sin embargo, los avances han sido lentos.
Según el Informe N° 142 de la Jefatura de Gabinete, el primer remolcador alcanzó un 86,1% de progreso con la instalación de motores, trabajos de pintura y conexionado eléctrico. El segundo y el tercero apenas registran un 29,9% y un 14,1%, respectivamente. La demora llevó incluso a evaluar la posibilidad de derivar parte de la serie a otros astilleros.
El tercer caso emblemático es el del buque hidrográfico ARA Petrel. Botado en 2022 bajo un diseño SWATH (Small Waterplane Area Twin Hull), presentó deficiencias de estabilidad al momento de su lanzamiento, lo que obligó a modificarlo hacia una configuración trimarán. Tres años después, la unidad aún no ha sido incorporada oficialmente a la Armada y permanece en el muelle de alistamiento en Tandanor.
Estos ejemplos reflejan las dificultades recurrentes del astillero para cumplir los plazos y concretar las metas planteadas. La indefinición sobre el futuro del Parker, los retrasos en los remolcadores y la postergada entrada en servicio del Petrel exponen un escenario de contrastes: mientras países de la región avanzan en la modernización y construcción de nuevos buques, la Argentina se encuentra atrapada en proyectos inconclusos y con una flota de mar que envejece sin reemplazos a la vista.
Con información del portal: Zona Militar