Por Fabián Lugarini – La construcción naval constituye un importante segmento de la industria pesada, teniendo una fuerte integración productiva con las empresas siderúrgicas y del complejo metal-mecánico. Asimismo, entorno a los astilleros se conforma la cadena navalpartista, un clúster industrial que provee piezas, equipamientos e insumos en general así como servicios, que abarca a toda la cadena de valor de la industria naval.
En particular, la construcción de grandes buques y artefactos navales implica un alto costo financiero y prolongados tiempos de entrega así como producción de pocas unidades por año. Pero, dada su dimensión, también genera gran cantidad de empleos de calidad directos e indirectos, promueve el desarrollo de las regiones en las que se encuentra e impulsa una cadena de valor que provee de insumos a la industria naval. Esto se ve particularmente en los municipios donde se asientan astilleros y talleres navales.
Observar qué hacen nuestros vecinos, es entonces un ejercicio lógico, destacándose en ello Brasil, donde en la segunda mitad de la década del 90, a medida que se incrementaban las exploraciones hidrocarburíferas offshore, creció la demanda de plataformas, buques de carga y apoyo así como la necesidad de reparar embarcaciones ya existentes.
En base a la expansión de esa demanda, Petrobras firmó en 1997 un acuerdo con los astilleros brasileños para asegurar la preferencia y contrataciones de proveedores locales en el caso de que sus ofertas en términos de condiciones de precio, plazo y calidad fuesen equivalentes a otros proveedores internacionales.
A los cambios en las políticas de adquisición de equipamiento de Petrobras, siguieron un conjunto de políticas del Gobierno Federal Brasileño que fueron fundamentales para la recuperación de su industria naval. Éstas incluyeron la exigencia de un porcentaje mínimo de contenido local para la exploración y producción de petróleo, incentivos fiscales además de un fondo de garantías y créditos a tasas diferenciales.
Estas medidas se plasmaron en el Programa de Apoyo Marítimo (PROREFAM) de 1999; el Plan Navega Brasil del año 2000; el Programa de Movilización de la Industria Nacional de Petróleo y Gas Natural (PROMINP) del 2003; el Programa de Modernización y Expansión de la Flota (PROMEF) del 2004 y el Programa de Empresa Brasileña de Navegación (EBN) del 2010.
Ya en el 2007, la industria naval brasileña fue incluida en los objetivos del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) como uno de los sectores estratégicos para la generación de empleo e ingresos y luego también fue incluida en los objetivos del Plan de Desarrollo Productivo de 2008 y del Plan Brasil Mayor del 2011, con metas asociadas al incremento del contenido local, mayor presencia de las empresas brasileñas navalpartistas, crecimiento de la productividad de los astilleros y la participación de ingenieros en el número de empleos directos en el sector.
El incremento de las inversiones en el sector naval brasileño entre los años 2000 y 2013 aumentó la capacidad instalada total de los astilleros, tanto por la expansión y modernización de las instalaciones existentes así como por la construcción de nuevos astilleros, buscando constituir polos regionales de la industria naval con el objetivo de descentralizar el sector y aprovechar las ventajas comparativas de localidades con acceso al mar y disponibilidad de grandes áreas requeridas por los astilleros para almacenaje, oficinas, diques secos y muelles de terminación.
Análogamente, los astilleros brasileños que empleaban 1.910 trabajadores en el año 2000, para el 2008 ya contaban con 40.277 empleados, en tanto que para enero de 2015 superaban los 79 mil operarios. De estos trabajadores 42% estaban empleados en la región sudeste (32.552), 31% en el sur (11.680), 16% en el norte (12.443) y 11% en el noreste (22.328).
Los polos regionales de la industria naval brasileña que recibieron inversiones directas, particularmente a partir del año 2003, se ubicaron en los estados de Pernambuco, Rio de Janeiro, Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Bahía.
El polo naval regional más importante de Brasil ha sido históricamente el Estado de Rio de Janeiro con astilleros ubicados en los municipios de Angra dos Reis, Niterói, San Gonzalo y Rio de Janeiro. En particular, el municipio de Angra dos Reis (donde funciona el astillero BrasFELS desde el año 2000) pasó de tener un PBI per cápita de US$5.500 en el año 2000 a US$15.300 para el año 2010, lo que representó un incremento del 179%.
El polo naval del Estado de Santa Catarina está integrado por los municipios de Navegantes e Itajaí. Navegantes, que cuenta con los astilleros Detroit Brasil, Keppel Sigmarine y Navship, entre los años 2000 y 2010 registró un incremento de 101% en su PBI per cápita. Asimismo, el de Itajaí, que tiene el astillero Construcao Naval Itajaí, entre los años 2000 y 2010 registró un incremento de 219% en su PBI per cápita, alcanzando los US$21.183 (el PBI per cápita de Brasil en el 2010 ascendía a US$8.702).
El polo naval del Estado de Río Grande do Sul está integrado por Rio Grande, como ciudad polo, y los municipios de Capao do Leao, Pelotas, Arroio de Padre y Sao José do Norte. El municipio de Río Grande, que cuenta con los astilleros Quip (fundado en 2005 para construir la plataforma offshore P-53) y Estaleiro Río Grande (fundado en 2006), entre los años 2000 y 2010 registró un incremento de 77% en su PBI per cápita, alcanzando los US$10.000. Asimismo, el municipio de Sao José do Norte, donde se encuentra el astillero Estaleiro Brasil EBR, entre los años 2000 y 2010 experimentó un incremento de 71% en su PBI per cápita.
En el Estado de Pernambuco los astilleros se encuentran en los municipios de Cabo de Santo Agostinho e Ipojuca, donde se localiza el astillero Atlantico Sul fundado en el 2005 por Camargo Correa y Samsung Heavy Industries para abastecer la demanda del PROMEF. El PBI per cápita de Ipojuca creció 116% en una década, pasando de US$13.304 en el 2000 a US$28.758 en el 2010.
El polo naval del Estado de Bahía fue establecido en el año 2008 con la creación del consorcio Río Paraguaçu, que fue contratado por Petrobras para prestar servicios de ingeniería, suministros y construcción de las plataformas offshore P-59 y P-60. El Estado de Bahía tiene sus astilleros en los municipios de Maragogipe y Saubara, cuyos PBI per cápita aumentaron 70% y 82%, respectivamente, entre los años 2000 y 2010.
Sin embargo, la política de expansión naval no solo favoreció a los trabajadores de los astilleros y la cadena navalpartista, ya que también otros sectores de las economías regionales se vieron beneficiados por las inversiones en la industria naval. La creación y operación de astilleros tiene un efecto multiplicador sobre la economía, con el aumento de la demanda los empresarios locales aumentan sus inversiones y crean más puestos de trabajo lo que a su vez genera más impuestos. Apenas a partir del año 2005 el número de empleos formales en la construcción civil de los municipios donde se establecieron polos navales se incrementó en un 47% como consecuencia de la demanda inmobiliaria y las mejoras en la infraestructura de los municipios afectados, una vez que las inversiones en el sector naval absorbieron gran número de trabajadores, haciendo aumentar la población de esos municipios durante el período de vigencia de la política de expansión naval. En efecto, fueron atraídos trabajadores de diferentes sectores y regiones por el aumento de salarios en ese segmento del mercado laboral. Específicamente, en el Estado de Río de Janeiro el sector manufacturero experimentó un incremento de 18% en el empleo formal el mismo año de inicio del PROMINP. Por su parte, el nivel de empleo en el sector servicios en el Estado de Pernambuco para el año 2006 había crecido un 51%, en tanto que en el año 2009, período de plena actividad del polo pernambucano, el empleo en servicios había aumentado 47% mientras que en la industria de la manufactura el crecimiento fue del 17%.
En conclusión, la industria naval es “madre de industrias” y promueve una dinámica intensa en el mercado laboral además de calificar recursos humanos. Cuando se dan las condiciones para su desarrollo, se multiplican los puestos de trabajo en industrias complementarias, llegando a ser el empleo creado en éstas aún mayor que los de los astilleros y la cadena navalpartista. De esa forma, las regiones entorno a los astilleros se ven beneficiadas por la creación de un sector productivo de apoyo a sus actividades. Paralelamente, el desarrollo de una red de proveedores para el sector así como la creación de escuelas de formación y calificación de mano de obra contribuyen a establecer una base de apoyo que genera empleo e ingresos, impulsando a su vez la economía local.