Una imagen reciente de cajones en una playa patagónica enfocó «la marea plástica» que llega a las costas como señal de las toneladas de ese material que llegan a las aguas anualmente.
Recientemente se viralizaron fotos de cajones plásticos desperdigados en las playas de Península Valdés. Sin embargo, dichas fotos no retratan una situación novedosa, sino que hace ya muchos años que se viene registrando y denunciando este fenómeno.
La Península Valdés es un accidente costero sobre el mar Argentino, en la provincia del Chubut. Desde 1999, es Patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco en Argentina. Asimismo, recibe la mayor población reproductora de ballenas francas australes y contiene numerosas reservas naturales. Además, está considerada uno de los principales y más importantes destinos de avistamiento de ballenas en el planeta, aunque también pueden avistarse orcas, toninas overas, pingüinos, elefantes marinos y gran variedad de aves.
Lamentablemente, estos cajones plásticos que quedan a la deriva en el mar y terminan su recorrido en las costas son solo una parte de la basura plástica marina que se encuentra en el mar o en las costas de Argentina.
Según el documental “Revirtiendo la marea plástica”, elaborado por el Instituto de Conservación de Ballenas, cada año ingresan a los oceanos 12 millones de toneladas de plástico, de las cuales una gran parte es generada por la industria pesquera.
Pero, ¿Cómo afecta esto a la fauna? Los enmallamientos en redes y sogas de pesca son una de las principales causas de muerte de ballenas. Por ejemplo, la ballena Franca del Atlántico Norte, de la cual quedan menos de 400 individuos, se encuentra en peligro crítico de extinción como consecuencia de las muertes por enmallamientos y colisiones con embarcaciones.
Asimismo, la ingesta de residuos por parte de la fauna marina es otra de las grandes consecuencias de la contaminación plástica.
Por tal motivo, desde el ICB se quiere desarrollar un plan de trabajo que incluya al personal embarcado, a quienes se les deben brindar las herramientas de formación y capacitación necesarias que permitan dimensionar la problemática en sus diferentes escalas y fomentar el cambio.
Y nosotros, ¿Qué podemos hacer frente esta realidad? Por un lado, ser conscientes de que aunque vivamos lejos de zonas costeras los plásticos que consumimos y desechamos pueden terminar en el agua, ya sean llevados a través de sistemas de alcantarillas como por vientos y tormentas. Por lo tanto, reducir el consumo de plásticos de un solo uso es fundamental para proteger nuestros oceanos. Por otro lado, te invito a aprovechar cada oportunidad que tengas de visitar nuestras costas para llevarte los plásticos y residuos que encuentres, es un pequeño esfuerzo que puede salvar una vida.
Fuente: Telam