Pesca del langostino en Argentina con deudas hacia sus trabajadores

Fuente: Por Bianca Coleffi – Para latamgremial.com – Durante el 2022, se capturaron 800 mil toneladas de pescado. Un cuarto fue solo de langostino, el producto estrella que se exportó en más de un 90%. El crustáceo se volvió un millonario negocio y los empresarios apuntan hacia el mercado internacional que dejó 100 mil millones de dólares el año pasado. Sin embargo, trabajadores del mar exigen mejores condiciones laborales.

La fiebre por el “oro rojo” incentivó el ingreso de nuevos actores a la pesca industrial que fue posible por las escasas restricciones de acceso. Desde hace algunos años, se han visto flotas más grandes y con mayor tecnología. Sin embargo, los permisos para embarcaciones son los mismos; 500 barcos de bandera celeste y blanca en mar argentino. Se trata de barcos reacondicionados o nuevos pero con permisos transferidos de embarcaciones viejas. Como el caso de las las lanchas amarillas de Mar del Plata; las pocas que quedan están abandonadas en algún lugar del puerto luego de haber sido compradas a precios irrisorios para solo transferirle los permisos a otro buque langostinero.

Las temporadas de pesca son cada vez más cortas. De durar meses pasaron a ser de semanas o días. La competitividad aumenta y los barcos juegan carreras contra el tiempo. “Los barcos se meten con temporal”, dijo Juan Navarro, Secretario de Pesca del SOMU, quien recuerda que hace poco un marinero perdió la pierna en un accidente, “¿y quién se hace cargo de la familia después?” exclamó, “las empresas no lo hacen”.

“En cuanto a seguridad hay embarcaciones que dejan mucho que desear”, dijo Navarro. Las consecuencias las paga la tripulación: Ampliaciones desproporcionadas de buques que pagan sus costos mar adentro. “No está mal ampliar los barcos, pero no solo debe ampliarse la bodega, sino el comedor, los camarotes, el timonero”, dice Jorge Frías, secretario General de la Asociación Argentina de Capitanes, Pilotos y Patrones de Pesca. “Tampoco se está haciendo un proceso de control después de modificar un barco”, agrega.

Barcos en malas condiciones, o barcos merluceros que son reacondicionados para entrar a las aguas del sur y pescar langostino, son algunas de las causas de accidentes o hundimientos. Bajo el visto bueno de Prefectura y el Consejo Federal Pesquero, hay embarcaciones que son autorizadas a zarpar aún cuando no salen al mar hace años y según la ley es de mínimo 180 días sin salir.

La vida del marinero y del Capitán

Los marineros son “el primer eslabón de la cadena”, asegura el dirigente del SOMU “sin embargo, aún no tienen resueltas necesidades básicas”, explicó. Bajos sueldos, despidos masivos, y las precarias condiciones laborales en las que están contratados son algunas de las problemáticas que enfrenta históricamente el rubro.

“Luego de una temporada la empresa les piden al marinero que renuncie con la promesa que la temporada siguiente los volverán a contratar”, cuenta el Secretario del gremio que tiene 9 mil afiliados. En Mar del Plata es moneda corriente. De esa forma, las empresas se ahorran de pagar un básico durante los meses que el marinero no está embarcado, obra social y aporte jubilatorio.

Eso los convierte en relevos; son los marineros que no están embarcados siempre o de forma fija, sino que varían por temporadas. “Si vos renuncias perdés todo derecho”, y “el tipo que es relevo no se puede jubilar. A veces ni con la mínima le dan los aportes”, dijo Navarro.

El régimen cuenta el aporte de un año por 181 días de embarcación; el 2×1 que también tiene prefectura. Tras la inestabilidad siendo relevo, sumado a que las temporadas son cada vez más cortas, al marinero no le alcanza para jubilarse hasta después de muchos años de trabajo.

Relevos que trabajan apenas 5 meses al año pagan impuesto a las ganancias, “algo que asfixia a los trabajadores de nuestro rubro”, menciona Juan Navarro del SOMU. Ese mismo problema, pero bajo un panorama diferente los tienen los seis mil capitanes que trabajan en mares y ríos argentinos.

Jorge Frías, dirigente del gremio de Capitanes de Pesca que tiene unos 1200 afiliados sobre un total de 2000, cuenta que a pesar de tener un buen salario por marea, el 35% que se les retiene los perjudica. “Somos los que garantizamos una buena temporada para toda la tripulación y para la empresa que nos contrata. Por eso en el impuesto a las ganancias también tiene que contar la producción, no solo la navegación”. Además, Frías insiste en que disminuirlo ayudaría a que los sueldos no se paguen en negro, ya que “la mayoría de los sueldos que pagan los empresarios, solo un 50% están en blanco”.

El panorama para los Capitanes se presenta más alentador: los convenios colectivos son de los más altos en los rubros de mar, lo que posibilitó que los Capitanes ganen un mínimo por marea, a pesar de haber completado o no la bodega. Además, la demanda para embarcar es muy alta, aunque eso trae también sus consecuencias. “Esta explosión del langostino generó que muchos compañeros hayan ido a pescar sin tener experiencia”, aseguró Frías.

Pesca sustentable y descarte cero

Aunque el rubro del marinero enfrenta el grave problema de la desocupación, sobre todo en el puerto marplatense donde la competitividad es muy alta, los buques factoría se han multiplicado. Ahora, hay menos lanchas y más embarcaciones con bodegas para almacenar hasta 80 toneladas de pescado.

En menos de cinco años, el número de barcos tangoneros congeladores -los que procesan a bordo langostino- aumentó en 60 flotas. La tripulación que llevan es de 22 a 40 marineros. A diferencia de los fresqueros que son 150 en mar argentino, y necesitan apenas 5 marineros para levantar 60 toneladas. Los fresqueros desembarcan el pescado que se procesa luego en tierra, posibilitando el trabajo de cientos de personas en plantas.

Sin embargo, el tipo de pesca que se utiliza para pescar langostino- arrastre- mata todo lo que hay en el mar. El pequeño tamaño de las mallas de red se lleva todo por delante, sin discriminar edad del pez ni especie.

Bianca Coleffi – latamgremial.co