El acuerdo de la ONU sobre el transporte marítimo, una victoria para el multilateralismo pero un fracaso para el clima

Por primera vez los negociadores acordaron en Londres un marco que obligará a los buques a abandonar los combustibles fósiles, pero las normas actuales conducirán a un aumento masivo de los biocombustibles impulsados por la deforestación.

Los negociadores de la Organización Marítima Internacional (OMI) lograron cerrar un acuerdo que podría salvar el multilateralismo una vez más, pero que probablemente llevará a la destrucción de las selvas tropicales al promover los biocombustibles de primera generación, afirma T&E. Según el análisis de T&E, la medida tampoco cumple los objetivos de descarbonización fijados por la propia OMI hace sólo dos años.

En 2023, la OMI se comprometió a alcanzar cero emisiones netas de gases de efecto invernadero procedentes del transporte marítimo internacional para 2050 y a lograr una reducción de hasta el 30% y el 80% de las emisiones para 2030 y 2040, respectivamente. Se esperaba que la reunión de esta semana estableciera una normativa clara y vinculante para ayudar a los Estados miembros a alcanzar estos hitos. Al final, la medida lograría en el mejor de los casos una reducción de emisiones del 10% para 2030, del 60% para 2040 y no alcanzaría el cero neto para 2050.

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Por primera vez habrá un marco de la OMI que generará unos ingresos limitados para la descarbonización, aunque el análisis de T&E muestra que esto se queda muy corto para incentivar los combustibles limpios y contribuir a una transición justa y equitativa. Las normas también fijan objetivos de reducción de emisiones. Los buques que no cumplan los objetivos se enfrentarán a sanciones económicas mediante la compra de unidades de remediación (UR). Por otro lado, los buques que superen los objetivos más estrictos podrían generar y vender Unidades Excedentarias (UE) que podrían almacenarse para su uso futuro o transferirse a otros buques. También existen recompensas económicas para los combustibles de emisiones cero o casi cero.

Pero hay problemas con el diseño del sistema de precios. El paquete actual eximirá a casi el 90% del exceso de emisiones del transporte marítimo de las penalizaciones por emisiones de carbono a través de las UR. Según el análisis de T&E, esto generará unos 10.000 millones de dólares anuales hasta 2035 en ingresos, aunque cómo y cuándo se distribuirán depende en gran medida de la creación de un Fondo Net-Zero de la OMI. Es probable que esto lleve tiempo.

Ante la falta de normas estrictas de sostenibilidad, es probable que los biocombustibles con impactos medioambientales perjudiciales, como el aceite de palma y de soja, se conviertan en la opción preferida, ya que serán los combustibles más baratos que cumplan las normas de la OMI. La adopción de estos combustibles podría provocar un aumento desastroso de las emisiones si no se toman precauciones lo antes posible. Análisis anteriores de T&E mostraron que un acuerdo de la OMI sin suficientes salvaguardas contra los biocombustibles de alto ILUC [1] podría dar lugar a 270 Mt CO2e adicionales en 2030. Con ello se corre el riesgo de socavar el esfuerzo de descarbonización, especialmente en ausencia de certidumbre a largo plazo para incentivar la inversión en combustibles verdes.

Bosco Serrano Valverde, responsable de combustibles sostenibles para aviación y marítimo en T&E España: «El multilateralismo no ha muerto. A pesar de un entorno geopolítico tumultuoso, el acuerdo de la OMI crea un impulso para los combustibles marinos alternativos. Pero, por desgracia, son los biocombustibles de primera generación, que destruyen los bosques, los que recibirán el mayor impulso durante la próxima década. Sin mejores incentivos para los electro combustibles sostenibles a partir de hidrógeno verde, es imposible descarbonizar esta industria tan contaminante. La pelota está ahora en el tejado de cada país para aplicar políticas nacionales que abran una línea de vida a los electro-combustibles sintéticos.

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Cuando los biocarburantes se producen en tierras agrícolas existentes, la demanda de alimentos y piensos se mantiene, lo que lleva a que alguien produzca más alimentos y piensos en otro lugar. Esto conlleva un cambio en el uso de la tierra (al transformar, por ejemplo, los bosques en tierras agrícolas), lo que conlleva la emisión de una cantidad sustancial de CO2 a la atmósfera.

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